
A pesar de tantas cosas,
aún sigo eligiendo las pequeñas felicidades,
los momentos,
las carcajadas únicas e irrepetibles,
A pesar de tantas habladurías insensatas,
opto por esas palabras simples
y cotidianas,
prefiero que hablen las manos
y los ojos,
antes que hablen los codos.
Antes que nada,
sigo prefiriendo al invierno,
para morir bajo las mantas desalineadas
de una cama,
que se muerde la lengua
para enloquecer en suspiros,
repletos de lujuria
y algunos olvidos.
A pesar de todo,
vivo para morir de amor,
de espera,
de esa locura tan aventurera,
aunque morir,
sea una forma más de renacer todos lo días.